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Tales de Mileto: el primer sabio, el primer humanista

  • 10 jul
  • 5 Min. de lectura
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Hablar de Tales de Mileto (c. 624–c. 546 a.C.) es hablar del punto de partida de la filosofía y la ciencia en Occidente. No es casualidad que su figura aparezca al inicio de toda historia de la filosofía griega: él simboliza el paso decisivo de la explicación mítica y religiosa del mundo hacia una explicación racional, fundada en la observación y en la argumentación lógica (logos). Antes de Tales, el universo se comprendía a través de mitos poéticos, genealogías divinas y relatos inspirados por musas. Con él, emerge un nuevo lenguaje, el de la razón, el de las causas naturales, y el de la ciencia.

El mérito de Tales no radica únicamente en sus afirmaciones concretas como la famosa tesis de que el agua es el principio fundamental (arché) de todas las cosas, sino en el cambio radical de actitud que inaugura. Su discurso no invoca dioses ni oráculos; no persuade desde la autoridad sagrada, sino desde la evidencia y la reflexión compartida. Así, el mundo se transforma de un chaos (caos) mitológico en un kosmos (orden), inteligible y común a todos.


Mileto IV A.C.

Tales nace en Mileto, una próspera ciudad jonia en la costa de Asia Menor, célebre por su riqueza comercial, sus colonias y su espíritu abierto. Mileto era una ciudad vibrante, punto de encuentro entre el comercio del Egeo, Egipto, el Mar Negro y Mesopotamia. Esta riqueza económica y la relativa libertad política permitieron el desarrollo de una élite intelectual curiosa y cosmopolita. En palabras de W.K.C. Guthrie, "solo cuando las necesidades básicas están satisfechas, surge el ocio que permite la investigación filosófica".

En este ambiente dinámico y mercantil, Tales personifica el ideal del sabio práctico y teórico. Según Diógenes Laercio, no solo fue filósofo y astrónomo, sino también ingeniero y estadista astuto. Se cuenta que predijo un eclipse solar en 585 a.C. y que enseñó a los comerciantes cómo orientarse en alta mar usando la Osa Menor. Su leyenda incluye incluso una anécdota donde se hizo rico especulando con prensas de aceite, demostrando que los filósofos también pueden prosperar económicamente si así lo desean (Aristóteles, Política, 1259a).

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El agua como arché: símbolo y explicación

La afirmación más célebre de Tales es que "el principio (arché) de todas las cosas es el agua". Más allá de su literalidad, esta tesis refleja una profunda observación del entorno natural: el agua es omnipresente, esencial para la vida, capaz de transformarse en vapor y hielo, y responsable de la fertilidad de la tierra. De Egipto aprendió la importancia del Nilo; de su experiencia marítima en Mileto, la fuerza y el poder del mar.

Su postulado, aunque superado científicamente, no debe verse como ingenuo, sino como el primer paso hacia una explicación natural del mundo, sin recurrir a mitos. Al elegir un principio material observable, Tales rompe con la tradición mítica y abre la puerta a la investigación empírica. Esta intuición fundadora dio origen a toda una escuela de pensamiento que buscaba explicar la physis (naturaleza) a partir de un único principio subyacente, inspirando a Anaximandro, Anaxímenes y más tarde a Heráclito.


El sabio práctico: geometría, astronomía y política

Tales no se limitó a la cosmología. Fue un pionero en geometría y astronomía. Proclus le atribuye varios teoremas fundamentales: "un círculo es bisectado por su diámetro", "los ángulos de la base de un triángulo isósceles son iguales", y la célebre regla que permite calcular la altura de una pirámide usando su sombra y la proporción.

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Estos descubrimientos no son meras curiosidades técnicas. Reflejan un espíritu de observación y medición que preludia el método científico. Sus teoremas podían verificarse y replicarse, introduciendo la idea de que el conocimiento se construye colectivamente y se transmite más allá de su autor. Como explica Tamayo y Salmorán, Tales se separa de la "doxa" (opinión) y entra en el "logos" (razón), inaugurando el mundo de los enunciados verificables, base del conocimiento científico.

Incluso en política se le reconoce sagacidad: aconsejó la unión de las ciudades jónicas para resistir a los lidios y a los persas, demostrando visión estratégica y un compromiso cívico que trasciende la figura del sabio encerrado en su torre.


La grandeza humana de Tales

Tales no fue un sabio abstracto ni un asceta alejado del mundo. Fue un hombre profundamente humano, consciente de las necesidades prácticas y las posibilidades reales. La anécdota de las prensas de aceite muestra su astucia económica; su interés por la astronomía revela su curiosidad infinita; su geometría nos habla de un hombre fascinado por el orden y la armonía.

Su frase célebre "lo más difícil es conocerse a uno mismo" sugiere una dimensión ética y humanista que anticipa la tradición socrática. Tales no solo miraba el cielo, sino también la condición humana. Su sabiduría no se reduce a teorías cosmológicas, sino que se expande hacia una actitud vital que abraza el asombro (thaumazein) como punto de partida de todo conocimiento.

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Legado y vigencia

Hoy, la figura de Tales sigue siendo relevante como símbolo del nacimiento de la razón. La ciencia moderna, aunque muy alejada en contenido, mantiene el espíritu de verificación y explicación natural que él inauguró. Su enfoque empírico y su confianza en la razón colectiva anticipan el método científico y la importancia de la comunidad epistémica.

En un mundo donde la posverdad y el pensamiento mágico resurgen, la lección de Tales, que es la búsqueda de causas naturales, la independencia frente a la autoridad mítica y la confianza en la razón compartida, cobra nueva vigencia en nuestra realidad. Tales representa el primer paso en un camino que lleva a Copérnico, Galileo, Newton y Einstein.

Tales de Mileto no es solo el primer filósofo occidental, sino también un ejemplo de humanidad lúcida y curiosa. Su grandeza radica en haber visto en el agua no solo un principio físico, sino un símbolo de la unidad y la transformación constante. Su vida, tejida entre la observación del cielo, la geometría práctica, los negocios y la política, nos revela un hombre completo: sabio y práctico, soñador y calculador, profundamente humano.

Así, Tales no solo nos legó sus enunciados, sino también una actitud ante el mundo: mirar con asombro, preguntar sin miedo y buscar razones donde otros veían misterios. En el fondo, Tales sigue hablándonos: sigue invitándonos a pensar.




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