top of page

Marqués de Sade: el aristócrata maldito que encendió el deseo y el escándalo

  • 10 jul
  • 4 Min. de lectura

El nacimiento de un monstruo (o un profeta)

Cuando Donatien Alphonse François de Sade vio la luz en París el 2 de junio de 1740, nadie imaginó que aquel niño de familia noble sería la figura que sacudiría los cimientos morales de Europa. Criado entre privilegios y educación refinada, Sade fue un producto puro de su tiempo: hijo de la Ilustración, admirador de Voltaire y Rousseau, y al mismo tiempo su más feroz saboteador.

Desde niño mostró un carácter indomable. Con apenas cuatro años, su padre fue nombrado embajador en Rusia, y la familia lo envió a vivir con su tío, el abad de Sade, un hombre ilustrado y libertino que sembró en él el germen de la irreverencia. Educado por los jesuitas en el Collège Louis-le-Grand, Donatien destacaba no por disciplina, sino por insolencia. Su vida ya era un escándalo en ciernes.


El noble que quiso probarlo todo

Tras servir en el ejército en la Guerra de los Siete Años, Sade volvió a París decidido a vivir sin restricciones. Su matrimonio con Renée-Pélagie de Montreuil no hizo sino proporcionarle una cómoda fachada. Mientras tanto, organizaba orgías con prostitutas, inventaba juegos de humillación y mezclaba placer y dolor hasta niveles insoportables.

ree

Una de las historias más impactantes fue la de Rose Keller en 1768, a quien supuestamente secuestró y sometió a rituales sádicos en su residencia. Los rumores se multiplicaban: orgías en castillos, drogas misteriosas, experimentos sexuales y blasfemias públicas. Para la sociedad del Antiguo Régimen, aquello era un monstruo viviente, un aristócrata que osaba cuestionar a Dios y al rey desde el lecho.


La pluma más peligrosa de Francia

Lo más fascinante de Sade no fueron solo sus actos, sino lo que escribió mientras estaba encerrado. Entre rejas —pasó casi 30 años entre cárceles y manicomios— encontró su verdadera vocación: ser el cronista más oscuro del deseo humano.

ree

Allí nacieron Justine, Juliette, Filosofía en el tocador y la terrorífica Los 120 días de Sodoma. Este último, escrito en un rollo minúsculo de papel, escondido en su celda de la Bastilla, describe cuatro libertinos que secuestran a jóvenes para someterlos a un ciclo interminable de violencia y humillación. No hay espacio para la compasión ni para el arrepentimiento. Sade empuja el placer más allá de toda ética, explorando el límite absoluto del cuerpo y el poder.

¿Era pornografía? Quizás. Pero era, sobre todo, filosofía extrema: la puesta en práctica de una razón radical y monstruosa, donde todo es permitido si sirve al deseo personal.


Revolucionario a medias, hereje total

Durante la Revolución Francesa, Sade se reinventó como "Ciudadano Sade". Apoyó la abolición de la monarquía, se sentó en asambleas locales y predicó la libertad total, pero pronto fue visto como demasiado peligroso, incluso para los jacobinos. Fue arrestado y salvado de la guillotina por error burocrático: su nombre fue omitido en una lista de ejecuciones.

ree

Más tarde, bajo Napoleón, terminó definitivamente encerrado en el manicomio de Charenton. Allí pasó sus últimos años dirigiendo obras de teatro, rodeado de pacientes y jóvenes actrices. Su última amante, Madeleine Leclerc, tenía solo 14 años. Murió en 1814, ordenando que su tumba fuera anónima y desapareciera para siempre.


El espectro que nunca se fue

La posteridad no obedeció sus deseos. Sus textos fueron rescatados, primero por escritores románticos, luego por surrealistas como André Breton y Apollinaire, quienes lo elevaron a icono del espíritu libre. Georges Bataille lo consideró un "profeta del exceso", mientras que Michel Foucault lo leyó como un testigo incómodo del reverso de la Ilustración: la razón convertida en instrumento de opresión y goce.

Roland Barthes incluso afirmó que Sade no escribía sobre sexo, sino sobre el poder absoluto, la soberanía del deseo por encima de toda ley.

Hoy en día, Los 120 días de Sodoma se vende como un libro prohibido y codiciado, con ediciones carísimas y objeto de culto para coleccionistas y cinéfilos, especialmente tras Saló o los 120 días de Sodoma de Pasolini, película que causó verdadero pavor y censura en todo el mundo.


¿Genio, monstruo o espejo?

Sade no solo narró orgías y torturas: nos obligó a mirar el lado más oscuro de nosotros mismos. Fue el primero en preguntar, con crueldad extrema: "¿Qué ocurre si dejamos actuar el deseo sin frenos? ¿Cuán profundo es el abismo del alma humana?"

No es extraño que su apellido haya dado origen al término "sadismo". Pero quizá lo más inquietante sea que su obra no nació en la locura absoluta, sino en la lucidez total: una mente que desnudó el poder y el placer sin edulcorantes.

En pleno siglo XXI, Sade sigue incomodando. Se le lee en silencio, se le condena y se le admira. Porque en el fondo, el marqués no hablaba de monstruos ajenos: hablaba de nosotros.



📚 Artículos y ensayos académicos

Ruiz García, C. (2010). Un acercamiento al marqués de Sade. Anuario de Letras Modernas, 15, 51–61. Recuperado de https://revistas.filos.unam.mx/index.php/anuariodeletrasmodernas/article/view/644 Scribd+1Javier Barreiro+1

Solano‑Fallas, A. (2http://Buscabiografías.com022). Una lectura filosófica a La Marquesa de Gange (1813) del Marqués de Sade. Revista Humanidades, 12(2), e50728. Recuperado de https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=498070446001 

El País. (2014, 1 de diciembre). Marqués de Sade: el animal que habita en nosotros. Cultura. Recuperado de https://elpais.com/cultura/2014/12/01/actualidad/1417440494_066383.html 

Artishock Revista. (2023, 15 de septiembre). Sade. La libertad o el mal. Recuperado de https://artishockrevista.com/2023/09/15/sade-la-libertad-o-el-mal 

bottom of page