La palabra y lo sagrado caminaron juntos en los orígenes. Los primeros textos conservados por la humanidad —el Poema de Gilgamesh, los Vedas, los Textos de las Pirámides, la Biblia hebrea— no eran “literatura” en el sentido moderno, sino relatos sagrados. Pero precisamente ahí está su importancia: la literatura nació como forma de preservar lo sagrado.